
El 21 de diciembre de 2021, el ministro de Defensa de la Federación Rusa, Sergei Shoigu, hizo una declaración provocativa en la junta ampliada del Ministerio de Defensa de la FR, con la participación de Vladimir Putin, cuyo propósito era, en primer lugar, crear una ruidosa e informativa razón para intensificar aún más el trabajo de la propaganda rusa en el lienzo de la falsificación que expresaron.
Shoigu señaló la información que supuestamente tenía de que compañías militares privadas estadounidenses estaban preparando una provocación en una parte del territorio de la región de Donetsk, que estaba controlada por tropas ucranianas. “Se entregaron tanques con componentes químicos no identificados a las ciudades de Avdeevka y Liman para cometer provocaciones”, dijo Shoigu.
Diplomáticos, analistas y expertos militares vieron una amenaza en esta declaración: el país agresor, la Federación Rusa, que ha estado librando una agresiva guerra híbrida contra Ucrania desde 2014, de esta forma, quizá, está intentando realizar la preparación de información para su propio sabotaje con el fin de trasladar la responsabilidad de ello a Ucrania y EE. UU.
La abrumadora mayoría de países en la arena internacional hace mucho tiempo que no cree en las declaraciones de los funcionarios, diplomáticos, ministros rusos o incluso del presidente de la Federación Rusa, ya que las falsificaciones y manipulaciones se han convertido durante mucho tiempo en la característica principal de la política moderna del Kremlin. Sin embargo, toda declaración provocativa basada en falsificaciones debe tratarse con precaución.
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A día 22 de diciembre de 2021, representantes oficiales de Ucrania y Estados Unidos hicieron declaraciones en las que señalaron que las tesis de la parte rusa eran totalmente falsas.
Cabe señalar que esta no es la primera vez que la Federación Rusa utiliza falsificaciones y retórica de intimidación con una amenaza química en el Donbás, empezando por el año 2014.
Los analistas de la comunidad de inteligencia internacional InformNapalm consideran que la nueva declaración de Shoigu, similar a matrioshka, una muñeca rusa, tiene varios componentes falsos: esta es la tesis sobre las «compañías militares privadas estadounidenses» (PMC) en Donbás y la tesis sobre la «preparación de provocaciones empleando componentes químicos».
Una matrioshka con un fake sobre los PMC americanos en Donbás
El propósito de la tesis de Shoigu sobre los «PMC estadounidenses» era probablemente contrarrestar el reciente mensaje bastante sensible de que la Unión Europea introdujo nuevas sanciones contra el PMC ruso Wagner, que está asociado con el empresario Yevgeny Prigozhin. Se sabe que este empresario, también llamado «chef de Putin«, es miembro del círculo cercano del presidente ruso, y también mantiene las llamadas «fábricas de trolls de la propaganda rusa«.
Además, este PMC y las estructuras relacionadas se incluyen constantemente en las listas de sanciones de EE. UU. Numerosos hechos y pruebas indican que son los mercenarios del PMC ruso «Wagner» quienes están involucrados en crímenes de guerra durante las hostilidades en interés del Kremlin en Ucrania, Siria, Libia.
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Una matrioshka con un fake sobre componentes químicos
La segunda tesis de Shoigu sobre los «componentes químicos» (que la propaganda rusa recogió y transformó en «armas químicas» en numerosas noticias y publicaciones) es posiblemente una especie de intento de revancha (informativo, por ahora) por el ataque estadounidense en el aeródromo de Shayrat en el oeste de Siria el 7 de abril de 2017. Este golpe fue una respuesta al lanzamiento de bombas con la sustancia venenosa militar sarín por parte de las fuerzas de Bashar al-Assad y sus aliados. Luego, el Kremlin convocó apresuradamente al Consejo de Seguridad de la ONU para una reunión de emergencia debido a los ataques estadounidenses en Siria. Vladimir Putin luego llamó a los ataques estadounidenses contra las tropas de Bashar al-Assad «agresión con un pretexto ficticio». Esta declaración pareció especialmente cínica cuando la Federación Rusa, como país agresor, violando flagrantemente las normas del derecho internacional en todo el mundo desde Georgia y Ucrania hasta Siria, apeló al Consejo de Seguridad de la ONU, cuya decisión veta periódicamente.
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Aunque, como en el caso de las intenciones de transferir nuevos sistemas de misiles de defensa aérea Pantsir-C1 a la parte ocupada de Donbás para cazar Bayraktar, para intentar vengarse de la devastadora derrota de los complejos rusos en las hostilidades en Siria y Libia, Moscú, aparentemente, planea utilizar la parte ocupada del territorio de Ucrania como campo de «venganza geopolítica», y en otros planos.
Solo se puede adivinar si el Kremlin está dispuesto a recurrir a provocaciones reales empleando cantidades importantes de productos químicos, o si estas declaraciones, entre otras cosas, son un intento de interceptar la iniciativa informativa y obligar a Occidente a discutir los «ataques químicos» anunciados desde Moscú, y no prestar la OTAN mucha atención a los movimientos de las tropas rusas cerca de las fronteras de Ucrania.
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Conclusión
El liderazgo político-militar de la Federación Rusa en el más alto nivel sigue reproduciendo falsificaciones y haciendo declaraciones provocativas, creando fuertes razones informativas para la propaganda rusa. Esta propaganda está dirigida principalmente no tanto al público externo como al interno de Rusia. Porque, a pesar de los culminantes fondos y recursos que el Kremlin invierte anualmente en el lavado de cerebro de la población de su país y los territorios que ocupa, un número bastante pequeño de ciudadanos rusos (en comparación con la población total) están dispuestos a luchar y morir en territorio extranjero. Por el contrario, desde la primavera de 2014, cuando, en la euforia tras la toma de Crimea, el número de rusos dispuestos a luchar contra Ucrania en Donbás fue más significativo. Hasta ahora, es cada vez más difícil para el Kremlin atraer «voluntarios ideológicos», y todo el peso de la guerra híbrida contra Ucrania recae principalmente en el ejército ruso regular. Moscú está tratando de ocultar su presencia en la zona de conflicto, pero constantemente se filtran nuevos hechos y pruebas.
Recientemente, la retórica de los altos funcionarios de la Federación Rusa suena cada vez más amenazadora. Al ver ciertas concesiones y posibles oportunidades de negociar algunos privilegios de Occidente a cambio de «una paz inestable que es mejor que una gran guerra», Putin sigue aumentando las apuestas. Y, como saben, el apetito viene al comer. Por lo tanto, cada vez más a menudo, desde Moscú y los títeres que controla, se escuchan declaraciones sobre «amenazas terroristas» o sobre «saboteadores capturados». Estas noticias, no individualmente, sino colectivamente, están destinadas a crear un pretexto para una agresión a gran escala. Una excusa que el colectivo occidental podría aceptar. Pero hasta ahora esos planes son bastante ilusorios, porque a lo largo de los años de la agresión híbrida rusa contra Ucrania, el Occidente colectivo ha comenzado a comprender mejor las reglas por las que juega Moscú.
¿Decidirá Rusia aumentar las apuestas en un ataque químico que pondría a los ciudadanos de habla rusa en Donbás en riesgo? No se sabe. Y es imposible prever esto, partiendo únicamente de las declaraciones de Shoigu. Pero Rusia definitivamente no lo aceptaría si estuviera segura de que, además de la aplicación de las «sanciones del fin del mundo», Estados Unidos, por ejemplo, podría disparar 59 misiles Tomahawk en los lugares de concentración de las fuerzas rusas en ORDLO. Tan simétricamente como se produjo el ataque en el aeródromo de Shayrat en Siria. O pueden repetir el ataque exitoso contra el grupo híbrido de las fuerzas de ocupación rusas, como contra los mercenarios del PMC de Wagner, que avanzaban cerca de Deir ez-Zor.
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